Las historias más fascinantes del motor clásico siempre vienen de la mano de sorprendentes hallazgos, pero si estos se mezclan con la historia son siempre mucho más interesantes. El caso que hoy nos ocupa transcurre en una ciudad reconocida por su caótico tráfico y su belleza, una ciudad que estuvo bajo reinado de un monarca de sangre española durante mucho tiempo hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX. Fue uno de estos monarcas, el penúltimo, Fernando II de las Dos Sicilias, Infante de España, el que da origen a esta historia.
Insospechado lugar donde encontrar clásicos
Fernando II ordenó la construcción de una serie de túneles como vía de escape en caso de conflictos, no tenía demasiado contentos a sus súbditos debido a sus ideas absolutistas en una época en que la revolución social convulsionaba a la mayor parte de Europa. Estos túneles son llamados Galleria Borbonica, en honor al rey que pertenecía a la Casa de los Borbones, y discurren bajo la ciudad de Nápoles uniendo los cuarteles de Victoria y la Cavallerizza. Los túneles inaugurados en 1855 discurren en su mayor parte a una profundidad superior a los 500 metros, aunque fueron considerados una gran obra de ingeniería en aquellos años no llegaron a finalizarse debido a la prematura muerte del rey en 1859 y a la situación política que siguió.
Un depósito convertido en museo, o cementerio
En 1930 los túneles comienzan a ser usados por el ayuntamiento de la ciudad como depósito de vehículos decomisados por la policía. Durante la Segunda Guerra Mundial fueron utilizados como refugio antiaéreo, hospital militar y cuartel, fue también el lugar donde se abandonaron estatuas fascistas y algunos vehículos militares tras la contienda. Olvidadas durante mucho tiempo no sería hasta los años 80 del siglo pasado que unas obras realizadas para la construcción de un tranvía sacaron a la luz de nuevo estas catacumbas.
Habilitado en 2010 como reclamo turístico varias rutas discurren por su interior permitiéndonos ver coches clásicos y motos clásicas que, de haber caído en otras manos, se merecían haber tenido mejor vida. Los vehículos abandonados en su interior no son hoy más que un montón de chatarra oxidada, exhibidos como meros reclamos se debería facilitar su restauración. Da verdadera grima ver el estado en que se encuentran las Vespas que aparecen en una de las imágenes. Qué frialdad demuestran los corazones de aquellos que no entienden el sentido de conservación, el amor que los aficionados llevamos dentro y somos capaces de expresar recuperando y volviendo a la vida aquello que parece perdido para siempre pero que realmente solo espera las manos que sean capaces de insuflarle un soplo de vida, de dignidad también.