Hablábamos en nuestro anterior artículo de cómo fue creada esta competición, de unos principios tintados por los tiempos en que se produjo dicho nacimiento. Los promotores aprovecharon sus contactos para, de esta forma, llevar adelante un proyecto complejo, imposible en apariencia.
Imagen de progreso, humano, técnico y social en un país que pasó del Fascismo a la República, ambos apoyarían el evento
El día de la carrera habían conseguido que 77 coches estuvieran en la línea de salida, era el 26 de Marzo de 1926. Treinta mil militares colaboraron en el control y supervisión del recorrido, numerosos deportistas, corresponsales y colaboradores hicieron que ni un solo kilómetro quedara si controlar. La carrera discurrió sin un accidente o incidencia reseñable. La imagen dada era acorde a la nueva Italia que el gobierno quería mostrar, un país moderno, capaz y dispuesto a colaborar bajo la bandera del partido en el gobierno.
A parte del éxito de la organización, los logros deportivos fueron también importantes. Los ganadores de la prueba, Minoja y Morandi, a bordo de un coche fabricado en Brescia por O.M. tardaron 21 horas 4 minutos y 48 segundos en recorrer los casi 1.700 km.
La prensa italiana alabó de forma unánime el éxito obtenido por la carrera. La valoración por parte del gobierno, a la vista de este éxito y de la imagen que sobre el país transmitía, fue tan positiva que el mismísimo Duce indicó por escrito a los organizadores: «¡Hacedla de nuevo!». La carrera había sido proyectada como un evento único sin una perspectiva real de volver a repetirla. El requerimiento del mandatario impulsó la celebración de las sucesivas ediciones.
Las razones que movieron al gobierno de la época previa a la Segunda Guerra Mundial a apoyar este evento fueron las mismas que hicieron que la nueva República Italiana, que nació tras el conflicto, le prestara también su apoyo tras el paréntesis de la guerra.
En sus 24 ediciones la mayoría de las victorias han correspondido a pilotos y marcas italianas son muy recordadas los duelos entre Nuvolari y Varzi, la famosa carrera de 1955 que supuso la consagración de Stirling Moss o la sorprendente victoria de BMW, bajo bandera Nazi, en la carrera de 1940.
Un final abrupto y una continuidad algo forzada
Pero el final tuvo que llegar como parece que era común en aquellos tiempos, bajo la sombra de la tragedia en 1957 (dos años antes había ocurrido la tragedia en Le Mans), el accidente fue causado por un piloto español, Alfonso de Portago al mando de un Ferrari 335, el conductor, su copiloto y nueve espectadores, cinco de ellos niños, perdieron la vida. La causa una rueda en mal estado, el español viendo cercana la victoria esperó demasiado para hacer el cambio de neumáticos.
A partir de ahí, entre 1958 y 1961 la carrera cambia de formato, pero es abandonada por la falta de atractivo. En 1977 se retoma el evento, con el nombre de Mille Miglia Storica, y perdura hasta nuestros días. De hecho los próximos días 19 a 22 de Mayo tendrá lugar la edición de 2016. Sólo pueden participar vehículos anteriores a 1957 y que hayan participado previamente en la prueba.
El propio Enzo Ferrari la definió (en referencia al evento original) como «El único museo rodante del mundo«, es realmente una descripción acertada dada la calidad y belleza de los vehículos intervinientes, y la rica historia detrás de todas y cada una de las ediciones y por el impulso dado al desarrollo de la competición y la tecnología en la industria del motor. Una carrera que comenzó como una idea descabellada de cuatro aficionados con un subidón de patriotismo.
Aseguramos coches clásicos, es lo que mejor sabemos hacer.