Nuestra historia de hoy en nuestro blog de seguros baratos de vehiculos clasicos comienza en 1938 año en que Enzo Ferrari rompe relaciones con Alfa Romeo por última vez y una cláusula de su contrato le imposibilita sacar al mercado una marca con su propio nombre hasta tanto transcurran cuatro años. Esta situación nos da pie a deshacer un entuerto el primer Ferrari no es el 125 de 1947 como todo el mundo cree, pues siete años antes Il Commendatore crea el Auto Avio Costruzioni 815.
El primer Ferrari
Tras salir de Alfa Romeo, donde dirigió la división de carreras denominada Escudería Ferrari, Enzo Ferrari crea la firma Auto Avio Costruzioni (AAC) en Módena para suministrar al gobierno piezas de aviones. A final de 1939 AAC recibe el encargo del mismísimo conde de Módena de construir dos coches para competir en el Gran Premio de Brescia (nuevo nombre que recibió la entonces ya histórica Mil Millas).
La carrera se celebra en Abril de 1940 lo que da un margen de cuatro meses para el diseño y construcción de los vehículos, y se ponen manos a la obra dos ex ingenieros de Alfa Romeo, Alberto Massimino y Vittorio Bellentani junto a Enrico Nardi, que también colaboró en el mítico Maserati 250F.
Un bastardo secreto
Se fabrican dos unidades con distintos tamaños de zaga, una corta y otra larga, que montan el mismo tipo de motor un ocho cilindros de 1.5 litros ( de ahí el nombre 815), basados en los motores que monta el 508 C Balilla 1100, pero usando un cuerpo de aluminio especialmente creado para ellos.
La historia de ambas unidades es, como ocurre con casi todo en esos años que rodean ese desastre que fue la Segunda Gran Guerra, como mínimo azarosa.
Empezando por su participación en la citada carrera que no consiguen acabar ninguno de los dos automóviles, aunque uno de ellos, el conducido por Rangori-Nardi aguanta hasta la penúltima vuelta donde el motor dice basta, tras recorrer casi 1.600 Km eso sí, el otro comandado por la pareja Ascari-Minozzi abandona tras la primera al romper un balancín.
Y de ahí hasta nuestros días la historia se escribe de forma diferente para cada una de las dos unidades, mientras una acaba como chatarra al final de la guerra la otra se conserva y acaba en manos de un coleccionista del que ya hemos hecho mención aquí Mario Righini. El coche original que aún podemos contemplar es el de cola corta.
La orfandad del modelo que aquí nombramos, su magnífica belleza y la difícil historia que hay detrás hace que cada vez nos produzca mas satisfacción contar, espero que para vosotros seguidores también leer, las múltiples facetas que enriquecen esa piedra preciosa que es la historia del mundo del motor que, con más o menos fortuna, tratamos de ir desvelando aquí en nuestro seguros para coches clásicos.