Todas las despedidas son duras, dejar atrás a un querido compañero, amigo en muchos casos, es una de las facetas más difíciles de la vida. Aunque sabemos que seguirá entre nosotros, que nos lo seguiremos encontrando por caminos, carreteras, campos de labranza o en los más recónditos confines del planeta, nada volverá a ser igual.
Llegó la hora de decir adiós a un vehículo duro y omnipresente que es y ha sido herramienta de trabajo y medio de transporte imprescindible para muchos
Han sido muchos años juntos, y siempre nos cayó bien, sencillo, fuerte, económico y resistente, de acuerdo, no era el más agraciado de los de su clase pero estaba a nuestro lado y nunca nos fallaba.
Y es que el pasado 29 de enero salió el último Defender de la cadena de montaje de la planta de Solihull, Inglaterra. Eran las 9.15 horas de la mañana cuando el Land Rover Defender 2.016.933 abandonaba las líneas de montaje, porta una placa con la palabra «Huey» en referencia a su primer antepasado, la primera serie, antecesora del Defender, que Land Rover construyó.
Un vehículo sencillo, de ahí su éxito
Hablábamos no hace mucho de esta «muerte» anunciada por la propia marca en un artículo donde presentábamos la nueva división de «Land Rover Heritage» orientada a cuidar, proveer de recambios e incluso facilitar experiencias de conducción de vehículos clásicos de la marca.
El insospechado éxito que tuvo este humilde vehículo creado tras la Segunda Guerra Mundial por los hermanos Wilks directivos a la sazón de la fábrica inglesa, está basado precisamente en su sencillez. Desarrollado sobre el chasis de un Jeep Willys, un sencillo motor de gasolina y con el puesto de conducción ubicado en la parte central del asiento delantero, pues desde el principio estaba destinado a ofrecerse en mercados de todo el mundo, aunque la idea de esa extraña ubicación no prosperó.
La construcción del prototipo era realmente espartana, planchas de aluminio remachadas (dada la escasez de hierro en la postguerra), un techo de lona sujeto por una estructura de tubos, una bancada corrida en la parte delantera y asientos longitudinales en la posterior permitían transportar a 9 personas.
Es presentado en 1948 en el salón de Amsterdam y un año después, 1949, comienza su producción. Su distribución fue explosiva a partir de entonces, consiguió llegar a todos sitios, desde las selvas de Borneo o Kenya, (en el imaginario colectivo el Land Rover es tan común como el guepardo cuando pensamos en las praderas africanas), guerras desde Corea al norte de África, campos de labranza de todo el mundo. Lo han conducido desde reyes hasta el más sencillo de los labriegos de nuestra tierra (ubicuos e imprescindibles los Land Rover Santana españoles, que también tendrán su mención en nuestra página).
Nunca lo olvidaremos
Poco más que decir sobre una efeméride como la que tuvo lugar el pasado viernes 29, aunque para nosotros aficionados a buscar viejos y olvidados cacharros nunca exista el adiós, sólo el hasta luego. Seguiremos buscando y poseyendo y mimando estos maravillosos vehículos, compañeros para muchos de nosotros desde nuestra más tierna infancia.
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