Si hay un coche que combina cine, nostalgia ochentera y locura automovilística, ese es el DeLorean DMC‑12. Lanzado en 1981, muchos lo recuerdan como un fracaso comercial: caro, poco fiable y con ventas que parecían condenadas desde el principio. Pero la historia de este coche no se mide en números de ventas. Se mide en momentos inolvidables en la gran pantalla, en la fascinación de coleccionistas y en cómo un coche “imposible” terminó viajando al futuro… literalmente.
John DeLorean: genio, visionario y algo excéntrico
John DeLorean no era un empresario convencional. Tras trabajar para General Motors y revolucionar la industria del automóvil, decidió crear su propio coche. Quería un deportivo que nadie hubiera visto antes: puertas de ala de gaviota, carrocería de acero inoxidable que nunca necesitara pintura y un diseño que parecía más sacado de una película de ciencia ficción que de un taller alemán.
Pero la realidad fue menos glamourosa. Fabricar el DMC‑12 era caro y complicado. El motor V6, aunque suficiente para un coche urbano, no estaba a la altura de su diseño futurista. Los retrasos en la producción y los problemas de calidad hicieron que el lanzamiento fuera caótico. Sin embargo, la personalidad del coche era innegable: cada detalle reflejaba la ambición de un hombre que soñaba con el futuro.
De “fracaso” a estrella de cine
El destino del DeLorean cambió con la llegada de Regreso al Futuro, que se estrenó en España en diciembre de 1985, y celebra este año su 40º aniversario.
Cuando Robert Zemeckis y Bob Gale decidieron que Marty McFly necesitaba un coche capaz de viajar en el tiempo, el DeLorean fue su elección perfecta. Aquella carrocería plateada, las puertas que se abren hacia arriba y ese aire retrofuturista lo convirtieron en el protagonista al instante.
Durante el rodaje, había todo un reto detrás de las escenas de acción: los técnicos tuvieron que reforzar frenos y suspensiones porque el DeLorean original no estaba hecho para saltos ni acrobacias. Incluso Michael J. Fox tuvo que aprender a manejarlo con mucho cuidado, porque el coche era más delicado de lo que parecía. Y ese famoso “condensador de flujo”… bueno, nunca existió en la vida real, pero eso no impidió que millones de fans soñaran con viajar en el tiempo cada vez que lo veían en pantalla.
Datos técnicos imprescindibles del DeLorean DMC‑12
Bajo esa carrocería que parece sacada de una película de ciencia ficción, el DeLorean esconde una mecánica que merece la pena conocer si te interesan los coches clásicos. El motor era un V6 de 2,849 cc (2.85 L), fruto de una colaboración entre las marcas Peugeot‑Renault‑Volvo (conocido como motor PRV). El coche era trasero (motor colocado detrás del eje trasero) y tracción trasera (RWD), lo que en su momento ya lo convertía en una propuesta poco convencional para el público medio.
En cuanto a prestaciones reales, hay que tener en cuenta que los fabricantes muchas veces anuncian los mejores datos mientras que las pruebas independientes sacan “la verdad”. De hecho, según la marca se podía hacer 0‑60 mph (de 0 a 97 km/h) en 8,8 segundos con cambio manual, mientras que la revista Road & Track midió 10,5 s para esa cifra.
En suspensión y frenos también tenía sus detalles: suspensión delantera de doble triángulo (double wishbone) y trasera multibrazo, frenos de disco en las cuatro ruedas, sistema de dirección de piñón‑cremallera.
Por lo que respecta al diseño de la carrocería, era otro de sus sellos: paneles de acero inoxidable cepillado (sin pintar) para toda la carrocería, un chasis de bastidor de acero doble‐Y y estructura de fibra de vidrio debajo, puertas de ala de gaviota… todos detalles que lo hacen especial.
Por qué DeLorean DMC‑12 sigue siendo un clásico
Hoy, el DeLorean DMC‑12 es un coche clásico de culto. No importa si no es el coche más rápido ni el más cómodo, su valor está en la historia, en la estética y en la magia de haber sido el coche que “viajó al futuro”.
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